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A nuestra gente veracruzana, a nuestros compatriotas que desde hace años están colaborando con ilusión genuina para que este encuentro deportivo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe se lleve a cabo este 2014, gracias.
Gracias porque con su entrega, en muchos casos voluntaria, se pueden ver contrastes entre la ineptitud de quienes dicen representarnos y el talento de quienes dan lo mejor de sí día con día en sus entrenamientos, en sus ensayos, en las construcciones, en las recepciones y en cada una de las actividades que han sido necesarias para poner en alto la hospitalidad de Veracruz, remando en contra de las condiciones impuestas por quienes nos gobiernan.
Que todas esas luces, efectos especiales y la excelencia artística puesta en escena durante la inauguración de estos Juegos sirva principalmente como proyección de las ilusiones genuinas de quienes cultivan nuestra identidad mexicana y veracruzana, así como de quienes cultivan el deporte como el medio para alcanzar vidas sanas en toda la amplitud del concepto.
Que no sirva ese magnífico espectáculo para deslumbrarnos y olvidar que millones de mexicanos viven en condiciones de pobreza extrema, que miles de niñas representadas hoy en una llamada Arantza son utilizadas para pedir dinero en los cruceros de nuestras calles, que miles de hermanas y hermanos centroamericanos que atraviesan Veracruz sobre La Bestia, pierden la vida o sus sueños en manos de autoridades corruptas, que en nuestro país los responsables de brindar seguridad secuestran y asesinan a jóvenes estudiantes... Si permitimos que el espectáculo nos hipnotice de esa manera, entonces, fuera de toda broma, no somos en nada diferentes a lo que observamos en "Los Juegos del Hambre".
Yo quiero disfrutar de las justas deportivas, quiero emocionarme y vibrar con los éxitos de los atletas, quiero que sean ejemplo para todos nosotros de que podemos ser mejores cada día si reconocemos que en el fondo la competencia es siempre contra nuestras propias limitaciones... Y también quiero que algún día eso sea posible sin que debamos escuchar esa voz interior casi amordazada e intimidada entre tanto ruido y tantas luces, que grita por justicia y paz de verdad, que está harta de discursos.
De verdad deseo que los Juegos sean inspiradores, que los disfrutemos todos y que nuestras visitas experimenten lo mejor de nuestra tierra, incluyendo por supuesto, nuestra capacidad para lograr y expresar lo mejor de nosotros a pesar de las limitaciones que nos imponen nuestros políticos.
Gracias a nuestra gente y a nuestras visitas por esta oportunidad.