4 de abril de 2012

Presidentes y Presidentas, Amantes y Amantas


En una campaña electoral de cuyo nombre no quiero acordarme, ocurrió que una mujer se postulaba para la presidencia de la república, escribiendo o mandando escribir en anuncios espectaculares su nombre seguido de la palabra "Presidenta".
La primera vez que me encontré con una muestra de dicha publicidad, algo en mi interior vibró, una alerta lingüística que me llevó a realizar un apresurado comentario sobre la incorrecta aplicación de la formación del femenino para el caso de "Presidente". Nadie me corrigió, no sé si por flojera o porque las pocas personas que me leyeron encontraron lógica en el argumento.
En lo más íntimo de mí, se había sembrado la duda y comencé a investigar... ¿Qué encontré? Ambigüedad. Claro que echando un vistazo superficial al Diccionario de la Lengua Española (editado por la RAE), la palabra "presidenta" está registrada... Pero para quien ama su lengua, son necesarias muchas explicaciones, así que, con la intención de profundizar, comencé a investigar entre varios argumentos de lingüistas dedicados, descubriendo que el asunto lleva años debatiéndose.
Al final, volví a la fuente más formal que me pude encontrar y recurrí al Diccionario Panhispánico de Dudas (una publicación más compleja y explicativa que también está bajo la responsabilidad de la RAE). De esta referencia, extraigo las citas en torno a lo que me ocupó (el género de los sustantivos):
formación del femenino en profesiones, cargos, títulos o actividades humanas. Aunque en el modo de marcar el género femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos, títulos o actividades influyen tanto cuestiones puramente formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.— como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural, en especial el hecho de que se trate o no de profesiones o cargos desempeñados tradicionalmente por mujeres, se pueden establecer [...] normas, atendiendo únicamente a criterios morfológicos [...]
c) Los que acaban en -e tienden a funcionar como comunes, en consonancia con los adjetivos con esta misma terminación, que suelen tener una única forma (afable, alegre, pobre, inmune, etc.): el/la amanuense, el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa (aunque sacerdote también se usa como común: la sacerdote). En unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica.
Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).
 Hasta este punto, he de reconocer que mi crítica era equivocada. Ahora, hay que considerar los siguientes matices:

  • Aunque el Diccionario Panhispánico de Dudas (RAE) admite la formación de femeninos en sustantivos comunes, se advierte que en estos casos, donde la conversión es innecesaria dada la naturaleza neutra de estos términos, el mismo diccionario recomienda el uso de la versión común del sustantivo, para comprobarlo es posible acudir al sitio del diccionario (DPD), escribir "presidenta" (sin comillas) en el campo de búsqueda y hacer clic en el botón "consultar". Encontraremos este resultado: presidenta → presidente.
  •  Tengo la particular opinión de que la RAE debería fomentar el uso de las terminaciones en "e" para neutralizar en cuanto a género los sustantivos, ya que las diferenciaciones innecesarias (como en el caso de "presidente") tornan complicadas las expresiones "políticamente correctas".
¿Cuál será la opinión de quienes se tomen la molestia de leer esta reflexión? Si una mujer soportó todo este texto y llegó hasta aquí, ¿es amante del lenguaje? ¿o con los usos y costumbres terminaremos aceptando que es "amanta del lenguaje"?