21 de octubre de 2009

A diestra y siniestra

Voy a intentar escribir en términos muy simples, sin argumentos ni referencias que parezcan pretenciosas a estas alturas en las que la información ha circulado tanto.

Estoy de acuerdo con los impuestos cuando:
  • No paran en las arcas de nuestros representantes.
  • No se usan para salvar los ahorros de inversionistas que especulan con la economía del pueblo.
  • Se administran eficiente y eficazmente.
  • Sirven para garantizar un mínimo de seguridad a quienes los pagamos.
  • Sirven para dar oportunidades de desarrollo a quienes la historia (y sus lamentables actores) han puesto en condiciones desfavorables.
  • Son contribuidos de forma equitativa y racional.
Es más, que me dejen sin un quinto cobrándome impuestos si se cumplen todas las condiciones anteriores... Curioso ¿No es ése un planteamiento siniestro, de izquierda, socialista?

Estoy de acuerdo con los sindicatos cuando:
  • Favorecen la vida productiva de las personas en condiciones dignas.
  • Dialogan con todos los sectores involucrados en la vida laboral (trabajadores, empleadores y destinatarios de productos y servicios).
  • Manejan sus recursos en beneficio de sus agremiados.
  • Sus agremiados no se convierten en cazadores de las migajas que dejan sus líderes corruptos.
  • Su función no rompe el equilibrio necesario para el desarrollo y la vida productiva.
  • Garantizan oportunidades de acceso al empleo con base en méritos y no en filias.
Es más, que se decrete que toda empresa cuente con un sindicato para poder operar en nuestro país si se garantiza que se cumplen todas las condiciones anteriores... Curioso, la mayoría de dichas condiciones son de las que adolecen nuestros sindicatos, por eso muchas de las empresas "productivas" de nuestro país no tienen dichas organizaciones de trabajadores. ¿Es éste un pensamiento diestro, de derecha, capitalista o es mera racionalidad?

Estoy de acuerdo con el sistema de democracia representativa siempre que:
  • Ofrezca mecanismos sencillos, claros, accesibles y equitativos para que los represantes verdaderamente representen (que escuchen a sus representados).
  • Los representantes asuman sus cargos y sus sueldos con coherencia respecto al contexto.
  • Los representados sean consultados con frecuencia, en especial para la toma de decisiones delicadas que afectan a sectores muy amplios.
  • Los representantes cuenten con un mínimo de educación formal y un currículo que demuestre experiencia, pericia y honradez.
  • El sistema para elegir a los representantes no sea más caro que lo que consigue (eficiencia, eficacia, confiabilidad).
  • No se pongan candados que mantengan a las mismas familias en los puestos representativos, como si se tratara de cargos hereditarios con fachada democrática.
Nuestras instituciones son decrépitas, un nuevo partido político no es suficiente, votar por el menos peor tampoco lo es... Resulta necesaria una intervención ciudadana, nuestros tiempos y nuestra gente ya deberían estar a la altura de una "revolución sin manos" (como diría mi tocayo de Fobia). Ni la diestra ni la siniestra han demostrado competencia o coherencia para representar a quienes construimos este México tan lindo, tan querido, pero tan manoseado, pisoteado, violado y silenciado.

Fui a anular mi voto el pasado julio, porque no me sentí representado y hubo un movimiento que opinaba igual y mostró la inconformidad de millones de ciudadanos respecto al estado de las cosas en nuestro país. Ésas "instituciones" llamadas partidos políticos, siguen ignorándonos.

Muchos han opinado que anular el voto fue inútil y hasta irresponsable... Estaría de acuerdo con ellos si el movimiento ciudadano se hubiera quedado como movimiento anulista, pero muchas personas ahí le estamos dando seguimiento a la labor de los diputados y denunciando su incompetencia como representantes cuando lo consideramos necesario. Yo no optaría por una tendencia continua a anular votos, pero sí por convertir dicha estrategia en un arma contra una clase que existe sólo como una ironía de la democracia: la clase política.

Mi alineamiento es, en lo esencial, siniestro (de izquierda), pero los que dicen representar ese lado de la política también son evidentes efigies defensoras de las peores prácticas sociales en nuestro país y, por piedad, no cerremos los ojos para ver... Tampoco me quiero hacer para la derecha, porque ahí, además de no sentirme representado en términos de ideas para construir nación, también se cuecen habas y hasta más feas que en la izquierda.

¿Qué queda? La posibilidad de un movimiento ciudadano que, sin armas, sin violencia, exija, al margen de cualquier alineamiento político un cambio sustancial a nuestro sistema democrático... Algunas ideas para esos cambios las expuse en la entrada de este blog "Capitalizando el voto nulo".

Pienso que, de seguir la caricaturesca lógica del 1810, 1910, 2010, nuestra sociedad debe demostrar que ya rebasó su incapacidad para evolucionar sin recurrir a las armas, aunque también es triste reconocer que, nuestra sorda y ciega clase política está alimentando potenciales generaciones de terroristas.

Nótese que aquí se habla implícitamente de:
#NoMasImpuestos
#InternetNecesario
#SME y #LuzYFuerza

5 de octubre de 2009

La culpa de la luna


Yellow Moon
Cargado originalmente por Martin Cathrae
La gente se alborota con la luna llena, pero la que se llena en octubre ofrece un catálogo de locuras inacabable, una gama de impulsos, groserías, sensibilidades, malabarismos, nerviosismos, sensualidades, indecisiones, inspiraciones, cursilerías, arrebatos, crímenes, apetitos, ansiedades, romanticismos, entregas y fantasías tan aparentemente palpables y prometedoras como la idea más infactible al abrigo de una sobredosis de cafeína.

La luna de octubre merece nuestras miradas ¿o será que nuestras miradas merecen la luna de octubre después de nueve meses de tolerancia en este mundo tan gris y abstemio?

La luna de octubre se antoja contigo, se antoja en tus ojos y en tus hombros acariciados por la brisa en la playa, se antoja con la arena en los pies y en las espaldas, iluminando un juego infantil que deja sus huellas a segundos de ser borradas por la marea, proyectando nuestras sombras bajo un beso salado que vuela entre los irónicos imposibles de nuestras insignificantes existencias.

Podemos culpar a la luna de este juego menos infantil, éste que ha dejado huellas que no podrán borrarse con el vaivén de las olas, éste en el que se niega la realidad para dar paso a la ilusión, éste en el que la misma luna nos ofrece asilo político y, al cabo de esta eternidad sin nosotros, nos obsequia una nacionalidad: lunáticos.