Y con esa marca se han estigmatizado también las lamentables muertes de las víctimas que hoy se narran para exprimirle lágrimas y dólares a la historia y a los sobrevivientes de la misma. Qué bien que no se olvide... ¿Qué seríamos los humanos sin historia?
Pero qué triste que la historia sólo la escriban los "vencedores", los que después de todas sus calamidades pueden seguirse aprovechando de las regalías de sus guerras y guerrillas peleadas a kilómetros de sus hogares, peleadas a la puerta de chozas latinas, de tiendas orientales, peleadas a control remoto desde sus casas de bolsa donde se especula el valor del dinero y se piensa poco en el valor de las personas que se quedan sin empleo, sin comida y sin esperanzas con el poder de un plumazo.
Qué triste que tanto talento se imprima en la narración y mediatización de los dramas de ese 9-11, de esos padres de familia despidiéndose de los suyos, vía telefonía satelital, ante la inminencia de la muerte... Qué triste porque pocas formas habrá de mediatizar el drama de la madre latina que no pudo despedirse así de su hijo muerto por "patrullas" fronterizas cazando "brownies", como tampoco serán contadas ni la mitad de veces las miles de tragedias vividas por familias en Irak o en Palestina.
Qué triste porque ni siquiera podemos estar seguros de lo que ocurrió ese 9-11, de los porqués, de los responsables... Qué triste porque aunque lo estuviéramos, quizás, seguiríamos cruzados de brazos, viendo las noticias desde nuestro sillón, disfrutando de las migajas del sueño americano que tanto trabajo nos cuesta conquistar a diario... Seguiríamos tal como seguimos ahora que en nuestro propio suelo, con nuestros propios problemas, nuestros propios políticos se ríen a escondidas de nuestras marchas contra la inseguridad, se aumentan sus sueldos descaradamente, se sientan en sus sillas de poder obtenidas a costa de promesas que no han cumplido... Seguiríamos así, pagando impuestos en automático, pagando mordidas, pagando con nuestras propias vidas la ineptitud, la negligencia y la ambición de los mismos de siempre.